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Desde la antigüedad, los seres humanos han descubierto métodos para venerar a sus difuntos, y las esquelas han desempeñado un rol fundamental en este procedimiento. Para comprender su importancia, es crucial comprender su procedencia y desarrollo.
Las primeras maneras de rendir tributo a los difuntos tienen su origen en civilizaciones como la egipcia y la sumeria, donde las inscripciones en los sepulcres garantizaban que los difuntos no fueran olvidados. En Roma, aparecieron los epitafios, grabados en roca con poemas y descripciones que resaltaban las virtudes del difunto.
En la Edad Media, las esquelas se encontraban en libros de rezos y documentos de índole religiosa, mientras los pregoneros comunicaban de manera pública las muertes. Con la aparición de la imprenta en el siglo XV, las esquelas sufrieron una significativa transformación. Comenzaron a propagarse en forma de hojas sueltas, extendiendo su alcance a un mayor número de individuos.
Durante el siglo XIX, las esquelas ganaron popularidad en los diarios, posibilitando que más familias manifestaran su sufrimiento y compartieran detalles acerca de sus seres queridos. Ya en el siglo XX, las esquelas incorporaron imágenes y se tornaron más individualizadas.
Actualmente, las esquelas se han propagado en el ámbito digital, permitiendo que las noticias se difundan con rapidez y las penas se transmitan desde cualquier parte del mundo. Pese a las modificaciones, su objetivo continúa siendo el mismo: respetar a los difuntos y aliviar a los vivos.
Escritura de una esquela es un gesto repleto de sentido, que nos incita a meditar acerca de la vida de aquellos a quienes hemos olvidado. Asimismo, aportan a la memoria comunitaria, facilitándonos la comprensión de nuestra historia y la conexión con nuestro pasado.
La primera representación de la que se tiene evidencia se publicó en Nuremberg en 1539. Este texto, impreso gracias a la creación de la imprenta, comunicaba a la comunidad acerca del fallecimiento de una personalidad destacada y los pormenores del funeral. Esta esquela estableció un punto de inflexión en la manera de transmitir el deceso de un individuo.
Este primer caso ilustra la forma en que las esquelas se transformaron en un instrumento esencial para mantener viva la memoria de los fallecidos, registrando sus vidas para las futuras generaciones.
En la actualidad, a pesar de que las esquelas han adoptado nuevas formas y tecnologías, continúan siendo un gesto de amor y respeto, un enlace entre el pasado y el futuro. Se trata de un homenaje a las vidas de aquellos que hemos perdido, garantizando que su herencia perdure a lo largo de la historia.